En muchos lugares, la primavera se asocia a flores y miles de colores. Como vasco, si hay algún color que me viene a la mente en primavera es el verde. Todo el mundo que nos visita se queda alucinado de ese verde maravilloso que inunda nuestros paisajes, pero es que ese verde, en primavera, alcanza un punto de luminosidad, un tono, que casi necesita de algo de niebla para matizarse. Es vibrante, acogedor, maravilloso…
Una de las experiencias más gratificantes que hay en esta vida es pasear por alguno de nuestros bosques un día de niebla de esos que apenas te dejan ver unos metros delante de ti. Es como ir viendo una película en la que cada escena es mejor que la anterior, pero, además, le añades esa sensación de pisar el suelo húmedo, esos sonidos de las gotas goteando y ese fantástico olor…
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El superpoder de esta foto es poder traer a tu mente todo ese aluvión de sensaciones preciosas y de invitarte, animarte, a visitar uno de esos sitios recónditos siempre que puedas.
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