Recuerdo que hubo un momento en el que yo era un alegre usuario de una red social llamada Twitter. Yo subía allí mis cosas, la gente las veía… Tenía sus cosas, pero la verdad es que lo disfrutaba bastante.
No sé en qué momento, la cosa se empezó a torcer hasta el punto de que, ahora mismo, me veo a mi mismo como una cartera andante al que el señor Musk quiere estrujar de cualquier forma posible. La última es que, por defecto y sin decirme absolutamente nada, ha decidido que va a usar todo mi contenido para sus negocietes.
Bueno… El mío y el tuyo.
Si quieres ver cómo desactivar esta mierda y cómo ha urdido este plan para que mi trabajo también dependa de lo que decidáis vosotros, os he dejado uste post en el blog.
Ya sabes que cuando las cosas son gratis, el producto somos nosotros; y otras muchas veces pagando por tener acceso a funciones “premiun/especiales” también. Hemos alimentado al monstruo.