Estábamos en nuestro precioso refugio en Hofn. Ya llevábamos varios días en ISlandia y en una de esas mañanas brumosas que aprovechábamos para coger fuerzas a base de huevos y bacon, estábamos repasando las fotos de días anteriores. En una de esas, Eneko soltó una frase que me hizo pensar: “Qué bien se ven las fotos en las cámaras de los demás”.
Pocas veces ha tenido más razón.
Es curioso como esas inseguridades que todos tenemos o ese síndrome del impostor o qué sé yo, siempre nos hacen ver con mejores ojos las fotos de los demás por encima de las nuestras. Da igual que tú lleves una parecida o que tengas toda la experiencia del mundo. Cuando ves una imagen en la cámara de otro siempre te parece mejor de lo que tú llevas… Aunque puede ser justo lo contrario.
¿Y cómo se combate esto?
Pues yo la única solución que he encontrado es alegrarme mucho por los demás. Disfruto mucho cuando alguien me enseña, orgulloso, su encuadre. Si tengo algo mejor o no, me es completamente indiferente, porque el momento ya ha pasado. Si acaso, puedo intentar coger una idea para la próxima, pero lo realmente importante es haber hecho tú lo mejor que hayas podido y disfrutado al máximo.
Partiendo de esa base, solo queda alegrarse porque los demás hayan hecho lo mismo y celebrarlo. Que hay que aprovechar cada pequeña cosa para hacerlo.
Si quieres ver cómo analizo yo a los demás para poder coger ideas de qué hacen ellos bien y poder aplicarlo a mi fotografía, te recomiendo el capítulo 5 de La Aventura de la Fotografía de Paisaje.
Recuerda que si lo quieres dedicado, puedes indicármelo en el comentario del pedido. ;)