Ayer os decía que mejorar tu fotografía no es sencillo. Influyen tantas cosas y tantos pequeños detalles que es difícil enumerar cuántas pequeñas de esas cosas hay en cada fotografía.
Hace unos días estuve pasando unas minivacaciones en Oporto. No era un viaje fotográfico, pero como la cabra siempre tira al monte, en un giro dramático de los acontecimientos… Pues terminé haciendo fotos.
Tuve la suerte, además, de disponer de unas condiciones increíbles para fotografiar y tuve la enorme suerte de ser consciente del momento. De disfrutarlo, de entenderlo. Trabajar durante tantos años, fallar tantas veces, te da una cierta sensación de seguridad. Una sensación de ser capaz de automatizar ciertas cosas para que haya hueco para esa calma tan necesaria en cada foto.
Os he escrito un megapost en el blog donde os cuento toda mi experiencia esa mañana… con un montón de fotos. Espero que lo disfrutéis tanto como lo disfruté yo.