Como regalo de cumpleaños mi mujer siempre me regala ratitos con ella. Que dicho así puede sonar un poco cutre, pero si te digo que los ratitos son en Londres o Praga, ya la cosa cambia, ¿verdad?
El caso es que estos viajes no son viajes fotos. Sí, claro, hago fotos. Soy un enfermo, quiéranme así, pero la prioridad NO es hacer fotos. Por eso, hay momentos que me meto tanto en el papel de guiri que saco fotos hasta con el móvil en vez de sacar la cámara de chorrocientosmil euros.
Esto me pasó, por ejemplo, en la catedral de San Vito (sí, sí… Yo también hice el chiste.). El sitio era tan espectacular que decidí ir paseando y disfrutando de los detalles sin prestarle mucha atención a las fotos. El caso es que ya llegó un momento en el que vi un encuadre que me moló muchísimo y dije “poh lo saco con el móvil y que sea lo que Dios quiera”. Y la verdad es que hay que ser muy creyente para tirarte una foto con el móvil, en condiciones de luz tan paupérrimas, con un rango de dinámico en la escena brutal… Pero oye. Estamos en una catedral de la hostia: Dios proveerá.
Y ahí que saco mi foto con una luz de mierda, con unos parámetros de mierda y, por lo que sea, salió una foto de mierda. El caso es que Dios no proveyó… Proveyó Samsung. De repente, se saco de la manga esto.
Y sí, he tenido que tocar un poco el RAW y corregir la perspectiva y todo esto, pero señores… Es simplemente acojonante. El móvil y toda la tecnología del mundo me echó un cable pero esta foto no hubiera sido posible sin lo realmente importante: UNA BUENA COMPO. ¿Quieres aprender a componer así? Pues por aquí te dejo por dónde puedes empezar.